El error de branding que cometen el 90% de los hoteles de lujo
- Sheila Hernandez
- 22 oct
- 2 Min. de lectura
Durante años, muchos hoteles de lujo han invertido millones en marketing, diseño visual y experiencias sofisticadas. Y, sin embargo, la mayoría siguen pareciéndose demasiado entre sí.
El error no está en lo que muestran. Está en lo que no se atreven a contar.
Confunden identidad con estética
Un logo, una tipografía o un tono beige no construyen una marca de lujo. Construyen una apariencia. Pero el lujo no nace del color de las paredes, sino de la coherencia entre lo que se promete y lo que se siente.
El huésped no recuerda el diseño. Recuerda cómo se sintió dentro de él.
Venden servicios, no significados
“Habitaciones espaciosas, spa, restaurante gourmet…”El mismo discurso, en todos los hoteles. El nuevo viajero no busca comodidades: busca sentido. Lo que diferencia un hotel no es lo que ofrece, sino por qué lo ofrece.
El branding no está en la lista de servicios, está en la historia que sostiene cada gesto.
Olvidan diseñar una atmósfera emocional
La mayoría de los hoteles de lujo cuidan los objetos, pero descuidan las emociones que los objetos provocan. La luz, el sonido, el aroma, la temperatura…todo comunica, aunque nadie lo nombre.
Un hotel con branding verdadero no solo se ve hermoso; se siente coherente.
No traducen su esencia en rituales
El lujo no se explica: se vive. Un ritual de bienvenida, un gesto inesperado, una pausa en el momento exacto…eso construye marca mucho más que cualquier campaña. Cada detalle debe ser una expresión tangible de la identidad.
Intentan gustar a todos
Y al hacerlo, pierden su voz. Las marcas de lujo más admiradas no buscan ser universales, buscan ser verdaderas. El branding de lujo no consiste en agradar, sino en atraer a quien vibra con tu forma de mirar el mundo.
Desde mi mirada como La Arquitecta del Lujo, el branding de un hotel no se diseña para vender noches, sino para crear pertenencia. Porque el huésped no elige solo dónde dormir, elige dónde sentirse parte de algo que lo trasciende.
El lujo no se imita. Se construye desde la autenticidad.
Y esa —justamente— es la marca más difícil de copiar.
Sheila Hernández

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