El lujo de ir despacio
- Sheila Hernandez
- 12 jun
- 1 Min. de lectura
Y de saber callar a tiempo.
Vivimos en una era que idolatra la velocidad.Responder rápido. Servir rápido. Vender rápido.Pero en hospitalidad, el verdadero lujo no corre.Espera. Observa. Respira.
A veces, el tiempo no es oro.
Es respeto.
Es un check-in sin prisa. Un camarero que no interrumpe, que acompaña. Una conversación con pausas reales, sin urgencia. Es saber estar sin invadir. Saber callar a tiempo.
Eso también es diseño. Eso también es hospitalidad consciente. Y sí, eso también deja huella.
El silencio, cuando se entiende, es un gesto de lujo.
Silencio no es ausencia. Es presencia sin imposición. Es permitir que el huésped escuche lo más valioso: a sí mismo.
En un mundo saturado de estímulos, quien ofrece pausa… ofrece valor. El cliente no recuerda lo rápido que fue el servicio. Recuerda la calma, la cadencia, la sutileza.
Porque el lujo, hoy, no está en lo que haces. Está en cómo lo haces. Y a qué velocidad emocional lo entregas.
Si quieres que tu marca deje de impresionar y empiece a conectar, quizás no se trata de hacer más. Sino de hacer menos, mejor… y más despacio.

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