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El lujo de saber despedir

Porque el último gesto… es el que permanece.

En hotelería, se suele hablar mucho del arte del check-in. De la bienvenida perfecta, del primer impacto.

Pero el verdadero lujo no termina ahí. El verdadero lujo culmina en la despedida. Ahí, en esa última mirada, en ese último tono de voz…se decide si la experiencia fue simplemente correcta o emocionalmente inolvidable.

La despedida no es el cierre.

Es la firma invisible de toda la experiencia.

Una salida con prisa puede borrar días de excelencia. Una despedida afinada puede convertir una buena estancia… en una memoria eterna.

¿Qué es una buena despedida?

No es un “gracias por su visita” automático. Es leer la energía del huésped. Saber si necesita calidez, ligereza o simplemente silencio con presencia.

Es cerrar con intención. Con elegancia emocional. Con la misma coherencia con la que se ofreció todo lo demás.

En hospitalidad, saber estar también es saber cerrar. Despedirse con respeto, con pausa, sin vender ni retener. Solo dejando esa última impresión que susurra:

“Aquí fuiste más que un cliente. Fuiste recibido.”

Porque lo que más se recuerda de una experiencia…es cómo te hicieron sentir al final.

 
 
 

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